miércoles, 21 de mayo de 2008

EL POINTER

Trucos y consejos para optimizar a un superdotado
Os propongo, en espera de dar la bienvenida a la nueva temporada cinegética y de volver a patear el cazadero en compañía del auxiliar canino, rememorar aquellos lances venatorios que se han quedado en el morral del recuerdo.

Fotos: M. Moreno y Archivo
Percha, la de la memoria, de la que cuelgan trances con un final feliz y otros no tan dulces, pero que pueden ayudarnos para que no volvamos a tropezar en la misma piedra. En el afán descrito, ¿qué lances cinegéticos mejores e inolvidables que los que brotan del emparejamiento entre el cazador y el pointer? Pues eso, nos vamos de caza con el hijo de Eolo, dios del viento.

Salir al coto con un perro de caza es aventurarse a lo mejor y a lo menos bueno, que no a lo malo, pues el mero hecho de patear el campo junto a nuestro compañero canino ya es una gozada, deleite que no decrece aun en el caso de tocarnos vivir una jornada venatoria emparentada con la desdicha. La ventura es mayor para un pointerman, aunque quizás la sentencia no sea ecuánime si la rubrica alguien que, como es el caso de quien escribe, ha dedicado más de treinta años de su vida cinegética a cazar con pointer, una raza que, vuelvo a subrayar, considero ha sido creada para dar respuesta a las minorías. ¿Por qué? Las respuestas pueden ser múltiples, pero las sintetizaré en una que tampoco es novedosa: por su forma de entender la caza, peculiaridad que hace que los ejemplares de la raza sean, por lo general y en temas cinegéticos, más ambiciosos que los de otras razas.

MORFOLOGÍA
Sustento tal primacía en varios factores. Por ejemplo, es un animal que tiende a alejarse más de la cuenta, porque su morfología y sus genes se diseñaron para ser un explorador casi sin límites; por lo tanto, los integrantes de la raza deben refrendar en el cazadero una de las peculiaridades de la casta: ser una fuente inagotable de fortaleza física. La perfección es muy difícil de alcanzar y más aún en cuestiones en las que intervienen el hombre y el animal. Ahora bien, no hay mal que por bien no venga, el alejamiento de la magnificencia debe alegrar a las especies cinegéticas, animales que se verían presionados en demasía por semejante prodigio de la naturaleza diseñado por el hombre, que no siempre hace del pointer un uso venatorio correcto.

(Más información en la revista)

Cristóbal de Gregor

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