viernes, 1 de febrero de 2008

Contestación a Joaquín Araujo

31/1/2008

Joaquín Araujo, ecologista de cabecera de nuestra apreciada ministra Narbona, demagogo subvencionado y pagado a costa de los presupuestos del Estado por ministerios, comunidades autónomas, ayuntamientos y otros organismos oficiales, es de todos los gurus ecologistas, el que ha salido en defensa de la mentada y criticada ministra, lanzando en su blog de elmundo.es un furibundo ataque contra los cazadores a los que considera «soliviantados».

Desde su escaso conocimiento asevera, entre otras delicadezas sin desperdicio, a la vez que tomándose la molestia de remarcarlo en negrita dentro del texto, que «sería bueno que se reconociera que a los cazadores les ha bendecido una enorme cantidad de privilegios, mimos y carta blanca durante mucho tiempo», afirmación que ningún cazador lograríamos valorar si nos produce por lo poco acertado rubor, vergüenza ajena, o dolor de estómago, cuando objetivamente entendemos que no hay colectivo mas acosado, vilipendiado, patéticamente reglamentado, injustamente perseguido, a la vez que sometido a mayor control administrativo, policial y burocrático, que el nuestro, de la misma manera que no hay colectivo más bendecido, subvencionado, con bula y patente de corso para satanizar a cualquier prójimo sin responsabilidad alguna, que el del mal entendido ecologismo taliban al que Araujo, por conveniencia, sumisión al poder, e interés económico, está apuntado.

Por cierto, de su escaso rigor y nulo conocimiento da prueba la ilustración que aparece adornando su texto, a la que acompaña un pie de foto que reza tapiz de perdices y conejos. ¡Vaya naturalista, D. Joaquín! Debió pensar usted que son conejos de esos criados como ganado a los que hace referencia en el escrito, los que aparecen en dicha foto, aunque lamento tener que comentarle, como haría cualquier persona que haya pisado el campo, que lo entienda, sepa de él y lo conozca, que esos «conejos»… son liebres.

Si iluminados como usted son los que pretenden decir al mundo agrario y cinegético cómo tienen que cuidar sus campos, sus montes y su caza, si personas que no saben ni distinguir un conejo de una liebre como usted, D. Joaquín, son las que han de ejercer funciones de asesoramiento a nuestra apreciada ministra, que sobre nuestros montes y nuestra fauna cinegética se abata la artificialización de las poblaciones, la contaminación difusa, las concentraciones parcelarias, los incendios forestales, el cambio climático, la proliferación de las infraestructuras y el urbanismo, e incluso si usted me apura los jinetes del Apocalipsis, pero por favor márchese usted señor, márchese, que de todo lo demás, el campo podrá

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