miércoles, 23 de enero de 2008

EL ARTE DE LA CAZA CON RECLAMO

Considerar arte esta apasionante modalidad no es más que una realidad para los que la practicamos; así como hay personas que desde muy temprana edad tienen una virtud especial para la música, el toreo, la escultura, el dibujo o la interpretación, los jauleros nacen y se hacen con el tiempo, con la paciencia necesaria y el perfeccionismo impreso en su carácter.

David L. Amador Fontalva

La práctica de tan arraigada modalidad data de la época romana en la Península

Algunos, con el paso de este tiempo y después de probar las sensaciones vividas dentro de un puesto, se aferran a esta modalidad y ya no hay manera de que lleguen a dejarla mientras las fuerzas se lo permitan. No han nacido en cuna jaulera, no han heredado esos genes, pero sí que los han ido desarrollando, volcándose apasionadamente en este arte, descubriéndolo y huyendo de tópicos creados por quienes nunca lo han practicado y, por tanto, lo desconocen. Entonces se dice que ha nacido un jaulero, cuando la modalidad entra en vena y se enquista de por vida.


El reclamo en el tanto hará, con sus cantos batalladores y corteses, entrar en plaza al par dominante de la zona.
© David L. Amador.

Así como el pintor no muestra dificultad a la hora de realizar una obra artística, el jaulero cuenta con la misma facilidad cuando prepara a sus pollos y reclamos antes, durante y después de cada temporada, cuando encuentra el sitio apropiado para realizar el puesto, cuando confecciona un puesto o un tollo y cuando disfruta del trabajo realizado por su pájaro. Este doctorado se alcanza con el trascurso de puestos y años, hacen falta muchísimos celos vividos para obtener tan preciado don, y pese a que es una modalidad de aprendizaje permanente, muchos no llegan a rozarlo y se quedan por el camino, quizás entienden el reclamo de otra manera.


Hoy en día los antiguos aguardos de ramas han sido sustituidos por puestos portátiles de tela de camuflaje, desde donde es más sencillo ver lo que sucede a nuestro alrededor, y además son más cómodos y fáciles de transportar. © David L. Amador.

Esta tradicional modalidad huye de los tópicos de las demás, no existe persecución o acoso a la pieza; el jaulero sale al campo a disfrutar del trabajo de su reclamo, pues será éste quien con sus cantos batalladores y corteses harán entrar en plaza al par dominante de la zona. Sólo para aquellos elegidos, testigos privilegiados, que hemos tenido la fortuna de ver entrar un macho valiente en ella, enmoñado buscando a su rival, como un auténtico meteoro, arrastrando ala y afilándose el pico en el suelo, esa imagen nos vale para toda la temporada e incluso para recordarla durante muchos años.


Tan importante como tener un buen reclamo es preparar un puesto adecuado desde el cual disfrutar del trabajo de un pájaro. © David L. Amador.

Pero no atendamos a engaños, las circunstancias que deben darse para que el fin de la contienda sea el de abatir al macho o a la hembra del par, no son tan fáciles como aparentan, pues aquí cabe decir que el número de disparos que un jaulero realiza a lo largo de toda la temporada es irrisorio.

Las circunstancias no siempre acompañan, se dan muchos inconvenientes para que el puesto se pueda desarrollar de manera ideal, nos encontramos con días desapacibles de aire, frío excesivo, lluvia intensa, niebla... días ideales en los que casualmente aparece un rebaño de ovejas o cabras, esparragueros, taladores, senderistas, días de águilas, buitres, perros abandonados, el campo flojo o pasado de celo... un sinfín de circunstancias. Incluso así el ánimo del jaulero siempre es optimista, siempre huirá del disparo rápido, pues con él viene el final del lance y lo importante de la caza con reclamo de perdiz es lo previo a ésta.

PERÍODOS HÁBILES DE LA PERDIZ ROJA CON RECLAMO MACHO 2007/2008

ANDALUCÍA: serán hábiles para la caza todos los días de la semana comprendidos en los siguientes períodos hábiles, teniendo en cuenta que para las provincias de Almería, Granada y Jaén, los titulares de los aprovechamientos cinegéticos podrán elegir entre los períodos señalados, debiendo hacerlo así constar en el correspondiente plan técnico de caza. Almería, Granada y Jaén: del 7 de enero al 17 de febrero; del 21 de enero al 3 de marzo; y del 18 de febrero al 31 de marzo. Cádiz y Málaga: zona única, desde el 8 de enero al 18 de febrero. Huelva, Sevilla y Córdoba: zona baja: desde el 8 de enero al 18 de febrero; zona alta, desde el 15 de enero al 25 de febrero.

BALEARES: se permite la caza de la perdiz con reclamo macho en todos los cotos de todas las islas y en los terrenos libre de Menorca. Mallorca: del 30 de diciembre al 27 de enero. Menorca, Ibiza y Formentera: del 18 de diciembre al 27 de enero.

CASTILLA-LA MANCHA: del 1 de febrero hasta el día 14 de marzo, únicamente en terrenos sometidos a régimen cinegético especial.

EXTREMADURA: en terrenos acotados y de aprovechamiento cinegético común, desde el tercer sábado de enero al cuarto domingo de febrero, en la provincia de Badajoz, y desde el último sábado de enero al primer domingo de marzo, en la de Cáceres, durante sábados, domingos y festivos de carácter nacional o regional. El número máximo de perdices autorizado por cazador y día será de cuatro, excepto en los cotos intensivos en los que se hayan realizado repoblaciones de perdiz roja.

MURCIA: no hay limitación de días hábiles dentro del período establecido para esta modalidad de caza. El cupo por cazador y día se establece en cuatro ejemplares. Zona baja o de la costa: desde el 30 de diciembre al 10 de febrero. Zona media o del centro: desde el 13 de enero al 24 de febrero. Zona alta o del noroeste y del altiplano: desde el 3 de febrero al 16 de marzo. Ha nacido un jaulero cuando la modalidad entra en vena y se enquista de por vida.

Hay ocasiones en que se produce un indulto involuntario por aguantar excesivamente en plaza al campo, pues no nos cansamos de verlos allí, mostrando con total naturalidad los atributos que posee tan perfecta ave; otros son merecidos por aquellos protagonistas que por casta, valentía y labor realizada lo merezcan; entramos con ello en lo selectivo de esta modalidad. Para una adecuada gestión del coto y dependiendo del número de machos o hembras, pájaros viejos y hembras viejas, que son menos adecuados para la cría, se podrá realizar una selección acorde a su gestión.

Lo anterior es parte de esta modalidad, de este arte apasionante y apasionado por quienes los practicamos y tan puesto en duda por los que no se han tomado la molestia de intentar comprenderlo, estudiarlo y analizarlo con detenimiento. Debe ser así, pues la práctica de tan arraigada modalidad, data de la época romana en la Península, representada en grabados y mosaicos de la época, utilizándose el mismo tipo de jaula que se viene empleando en la actualidad; evidentemente, los materiales han ido cambiado y se han modernizado, pese a que aún y en nuestros días, se emplean jaulas confeccionadas con ramas de olivo, esparto y mimbre.

El método igualmente empleado, red, piedras, lazos y flechas... ha sido paulatinamente sustituido por la escopeta; distintos calibres son utilizados para el puesto, siendo los más usados el calibre 16 y el que impera en nuestros días, el 12; al unísono las escopetas de perrillos han dado paso al empleo de paralelas, superpuestas e incluso semiautomáticas.


También los pulpitillos se han modernizado y las antiguas construcciones con piedras o ramas se han cambiado por tantos metálicos.
© José David Gómez.

El puesto o aguardo que antes se realizaba con ramas o piedras se sustituye, en aquellos cotos donde se practican otras modalidades de caza menor, por el portátil, que también ha sufrido alguna mejora en la actualidad, llegándose a emplear últimamente una tela camuflada y traslúcida que deja visualizar lo que acontece a nuestro alrededor y que, a su vez, siempre y cuando su ubicación sea en la sombra, nos oculta de la visión de las camperas.

El tanto o pulpitillo se sustituye por uno artificial, normalmente realizado en hierro o acero, que hace las veces que antes realizaban aquellas auténticas obras de ingeniería y construcción en piedra o con la utilización de las ramas de cualquier lentisco, taraje u olivo. No era un trabajo fácil la confección de estas plazas realizadas con el máximo de los esmeros y personalizadas de tal forma que denotaban quién era el jaulero que las había realizado por el cuidado y mimo empleado en ello.

Todavía perduran en muchísimos de nuestros cotos, bautizadas con nombre propio, quizás de su primer hacedor o de alguna anécdota acontecida en su lugar, que año tras año se van arreglando, pues el devenir del tiempo inevitablemente va dejando huella en éstos…

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