jueves, 31 de mayo de 2007

AGUILA IMPERIAL Y LINCE IBÉRICO

Comunicado de la Federación Española de Caza

Águila Imperial y Lince Ibérico: ¿muertes con subvención?

22/05/2007

Amparándose en el Ley Orgánica 27/2006 de 18 de junio, sobre el derecho de acceso a la Información Ambiental, la Real Federación Española de Caza, mediante escrito de fecha 12 de marzo de 2.007, reiterado el 17 de abril de este mismo año, ha solicitado al Ministerio de Medio Ambiente información relativa a los proyectos, subvenciones y resultados de los estudios llevados a cabo en la Estación Biológica de Doñana, relativos al Lince Ibérico y al Águila Imperial.

Transcurridos más de dos meses desde la primera solicitud, no se ha recibido ninguna información de Medio Ambiente, lo que confirma las sospechas, cada vez más fundadas, de las graves irregularidades que se están cometiendo por parte de la Administración Central en la gestión de estas dos especies emblemáticas de nuestra fauna, que se encuentran en la actualidad en grave peligro de extinción. Así, iniciaremos las acciones correspondientes para ejercer nuestro derecho a ser informados, que prevé la propia ley.

Asimismo, la Real Federación Española de Caza, a tenor de las distintas actuaciones judiciales iniciadas contra representantes de las administraciones central y autonómica de Andalucía, así como contra funcionarios de la Estación Biológica de Doñana, por presunto delito ecológico, se está planteando personarse como acusación particular.

La RFEC ha mostrado en múltiples ocasiones su malestar por el hecho tan frecuente de que se siga imputando a los cazadores la responsabilidad de la muerte de muchos de nuestros linces y águilas imperiales, sin que se tenga en cuenta quiénes son los verdaderos responsables. A este respecto, se recuerda la serie de denuncias presentadas en relación con la muerte de pollos de águila dentro del supuesto programa de recuperación. En concreto, se señalaba que «los pollos no están completamente formados; día a día, el ejercicio desarrolla y aumenta la capacidad muscular y pulmonar hasta cerca del año de vida y, por lo tanto, si los arneses se ajustan a los 70 días, son una mortaja varios días después, y si se les deja con suficiente amplitud se pueden enganchar con los árboles con el mismo resultado».

En cuanto a la metodología aplicada, se la considera nada científica, más bien un ultraje a la ciencia: «Robar un pollo del nido a los 45 días, realizar un análisis veterinario a una animal salvaje, colocarlo en un cajón de mínimas dimensiones con una malla frontal, mantenerlo incomunicado sin poder batir las alas como hacen en sus nidos ni oír los gritos de su padres cuando les traen las presas y aprenden a desgarrarlas, estar en el cajón 75 días y después ponerles una mochilla con dos antenas de medio metro, abrirles el frontal de malla para que salgan… Son libres, pero trabados, sin saber cazar, alimentados por cuidadores asalariados. ¿Quién puede afirmar que este pájaro es un águila?»

Ya la RFEC ha señalado en múltiples ocasiones su preocupación, al igual que han hecho muchos científicos, catedráticos, conocidos conservacionistas, abogados ambientalistas y grupos conservacionistas, por estas actuaciones y ha pedido que se depuren las responsabilidades en un tema de tan alta trascendencia. Reiteramos nuestra postura de rechazo de esas muertes de ejemplares de especies protegidas en gran riesgo de extinción, que siguen produciéndose con demasiada frecuencia, como se ve reflejado en los medios de comunicación. Cuando no se trata de linces son las águilas imperiales las que toman ese no deseado protagonismo. Y, mientras tanto, nadie parece querer afrontar una situación tan peligrosa que nos aboca a la crónica de una muerte anunciada: la desaparición de nuestras especies más significativas y singulares.

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