lunes, 19 de noviembre de 2007

PERDIGÓN ECOLOGICO

A partir de la próxima temporada los cazadores españoles tendrán que acostumbrarse a nuevos tipos de cartucho: son los llamados «ecológicos», o de baja toxicidad. Serán de uso obligatorio en humedales para la aza de aves acuáticas, y aparte de un coste mayor, también ofrecen cualidades —e inconvenientes— propios.

El problema que llevó a la picota al perdigón tradicional de plomo fue la intoxicación de aves acuáticas.

Artículo publicado en La Caza y su Mundo en Junio de 1999.

El problema que llevó a la picota al perdigón tradicional de plomo fue la intoxicación de aves acuáticas, las cuales ingerían los perdigones tomándolos por semillas y de esta forma resultaban envenenadas. Además, en los casos en los que no producía la muerte, los daños afectaban a la descendencia, ya que o bien quedaban estériles, o sus vástagos sufrían a menudo deformaciones congénitas. Aparte de eso, la intoxicación se daba también a veces —aunque en grado más leve— a causa de perdigones que sólo habían herido al ave pero seguían incrustados en ella.


Algunas escopetas como la Super X2 de Winchester son capaces de aguantar las cargas más fuertes y con el máximo alcance. Son el tipo idóneo para la cartuchería tungsteno-hierro, que conjunta la alta velocidad del acero y su buena concentración de plomeo, con un perdigón de buena balística.

Buscando alternativas

La primera alternativa válida al perdigón de plomo, fue el llamado «de acero», que en realidad es de hierro blando. Pero el hierro sigue siendo lo que es, aunque después queramos quitarle dureza añadiéndole epítetos. Esto significa que en los cañones de las escopetas, en los que hay estrechamientos al menos al iniciar y al finalizar el recorrido por el ánima, hay dos ocasiones en los que la carga de perdigones se encuentra forzada por pasos estrechos y ejerce una fuerza notable hacia el exterior del cañón.


Aunque CIP da normas para la fabricación de perdigón de acero de tamaño normal (hasta el n° 4/3,25mm) en armas convencionales y cualquier tipo de Choke, en caso de utilizar perdigón de acero es preferible no pasar de 1/2 Choke (***).

Con el plomo, todo se resuelve con una compresión de la carga de perdigones de material blando que en muchos casos se deforma. En el caso del perdigón de acero, y en especial cuando se trata de armas antiguas con cañones de paredes finas o aceros blandos, el resultado es que el cañón se abolla hacia afuera. En el caso de escopetas yuxtapuestas o superpuestas no pensadas para estos cartuchos, los dos cañones se llegan a desoldar de la banda de unión y a separarse entre sí en la zona de boca. Esto se agudiza cuando los perdigones son gruesos y los estrechamientos son grandes, y ambas cosas son lo corriente en el caso de las escopetas y cartuchos para tirar a gansos etc., en paso o con reclamo. Además, a igualdad de cargas los perdigones son más gruesos y las columnas de proyectiles más largas, de modo que la fricción con las paredes del ánima es mayor, y con ello los valores de presión y esfuerzos sobre el cañón.

Precauciones y soluciones

La forma de paliar o evitar todo lo dicho es utilizar armas cuyos cañones tengan mayores espesores de pared y estén construidos con aceros más resistentes. Como mínimo, al final de la recámara deben tener un cono de forzamiento más largo, y es conveniente que el cono de entrada de los «chokes» sea también más largo, con una pendiente más suave. Además, no se debe emplear un «choke» más cerrado de 1/2 (***), pues aparte de deterioros en el arma, no sólo no se va a conseguir plomeos más concentrados, sino peores: el acero apenas «cede», y el efecto de comprimir más la carga es someterla a esfuerzos que sólo perjudican su distribución, dejando huecos y produciendo plomeos aplanados y en diagonal, por efecto de la deformación elástica del cañón y la carga.


La nube de proyectiles de acero responde mejor a los efectos concentradores del «choke» o estrechamiento en boca que los perdigones de acero. Por eso, y porque los estrechamientos máximos sólo perjudican al plomeo y aumentan los esfuerzos en el cañón, los chokes pensados para el uso de acero a veces vienen marcados en correspondencia. Para tirar perdigón grueso y cargas fuertes de acero, las armas dobles tienen que estar diseñadas expresamente.

Eso sí: los perdigones vuelan bien porque no sufren las deformaciones que se dan con el plomo, así que vuelo y plomeo son regulares y concentrados. Además de esto, el acero resiste velocidades que con el plomo no se pueden alcanzar por las deformaciones y arracimamientos (unión de varios proyectiles) que estropean por completo el plomeo.

Más volumen, menos peso y peor balística

Después de más de 25 años en el mercado, la cartuchería con perdigón «de acero» no es sólo la única económica entre la ecológica, sino que ha experimentado notables mejorías: aparte de recubrimientos en los perdigones, que evitan la corrosión y facilitan el deslizamiento de unas bolas sobre otras en los pasos estrechos, se utilizan materiales de relleno («buffered loads») sintéticos, que favorecen también el flujo a través de las zonas de estrechamiento. Igual cabe decir de los tacos contenedores, que impiden el contacto de los proyectiles con el ánima, para evitar fricciones, ralladuras y excoriaciones.

Todo esto, además de las modificaciones en los cañones y cierres más fuertes, ha permitido el uso de cargas muy rápidas (por encima del 20% más que lo normal) que compensan el peor comportamiento balístico del acero, y hacen que el efecto del impacto sea más eficaz y con mayor penetración.

No obstante, el perdigón de acero sigue teniendo dos puntos flacos: no es válido para usarlo en armas antiguas o muy finas, y su alcance máximo no supera los 45-50m.

Para atajar el primer defecto, la CIP, —Comisión Internacional que se ocupa de fijar la normativa armera en Europa y muchos países del resto del mundo— ha fijado valores máximos de presión, velocidad, chokes y tamaño de proyectil para el perdigón de acero: para armas normales con cualquier tipo de choke, se debe usar perdigón de máx 3,25mm (n° 4), a una velocidad máxima de 400 m/s, y un presión máx. de 740 atmósferas (bar). Para armas con chokes de cono largo, probadas a 1200 bar con perdigón de acero, puede usarse cualquier choke con perdigón de acero de 3,25 a 4mm, y hasta medio choke con perdigones mayores de 4mm.


El Bismuto es una solución idónea para usar armas finas o antiguas. Las escopetas finas de la mayor calidad, como esta Arrizabalaga, no siempre admiten de buen grado la cartuchería con perdigón de acero. Algunas marcas, como Holland & Holland, hacen cañones que son indicados para acero.

En cuanto al comportamiento balístico, el problema está en que a igualdad de tamaño un perdigón de acero es alrededor de un 30% más ligero que uno de plomo, así que se frena antes por el aire y pierde velocidad. De este modo, y a igual tamaño de perdigón, el plomo conserva desde unos 35m de distancia una energía que es alrededor del doble a la que tiene el acero.

Pero seamos más concretos: para igualar las características de balística exterior, refiriéndonos a perdigones métricos (los americanos miden alrededor de media centésima más) diremos que un perdigón de acero del n° 4 métrico pierde la misma velocidad que uno de plomo del n ° 8, lo cual significa que la penetración deja de ser la adecuada a distancias de poco más de 40 m.

En el caso del perdigón de acero del n° 2, se aprecia que balísticamente es casi igual a un n° 6 de plomo, cuya capacidad de penetración resulta insuficiente a distancias que superen los 50m, máxime cuando se trata de aves grandes. Se entiende que sea así cuando incluso con cargas bastante rápidas, la velocidad del perdigón es ya solamente de unos de 160/170 m/s; y esto quiere decir que el perdigón penetra menos de 4cm de tejido muscular, sin contar plumas, piel, etc.


La caza en humedales lleva a que algunas especies de aves acuáticas confundan los perdigones con semillas y los coman. Ese fenómeno fue el que llevó a la aparición de nuevos tipos de perdigón.

Sin embargo, y como también la masa del perdigón más grande es mayor, se puede llegar a un compromiso aceptable a distancias menores a las reseñadas: el tamaño de perdigón de acero adecuado consiste en escogerlo dos números más grande que el de plomo, y en lanzarlo a una velocidad algo mayor. De este modo tenemos un perdigón ligeramente más pesado, y aunque su velocidad de impacto sea menor (en teoría, pues el perdigón vuela mejor al no deformarse), la energía total es comparable.

Se trata de un metal que, lejos de resultar tóxico, se ha empleado en farmacia para curar trastornos intestinales. Pero el bismuto ha demostrado que además de no ser tóxico, es también una dieta aceptable para las armas finas: no produce deterioros en ellas, y de hecho es el tipo de perdigón ecológico que la prestigiosa firma inglesa Purdey recomienda para sus escopetas de fabricación antigua (pero probadas con cartuchos de pólvora sin humo, claro) o presente. La razón se encuentra en que su dureza, aunque mayor que la del plomo, no es grande, y en eso es muy similar al aluminio puro aunque no a las aleaciones especiales de este metal ligero.


El cartucho «ecológico» puede tener alguna o varias de estas características:
A: Pólvora de combustión limpia y lenta, adecuada a la mayor fricción de las cargas de perdigones de más dureza.
B: Composición del pistón libre de plomo.
C: Culotes de vainas resistentes a causa de la presión más elevada.
D: La clave: perdigones no tóxicos, de acero, bismuto o materiales compuestos (tungsteno-polímero, tungsteno-hierro), etc.
E: Cierre sin opérculo.
F: Taco de gran resistencia para impedir abrasión del cañón.
G: Vaina de gran capacidad.

El bismuto, por el contrario, es un metal bastante pesado: su densidad es 9.8, lo que significa un 13% menos que el plomo puro, aunque el plomo de los perdigones es algo menos denso por estar aleado. En cualquier caso, su densidad es similar a la del plomo, hasta el punto que a efectos prácticos es casi intercambiable. Esto se debe a que gracias a la mayor resistencia de este material, se puede lanzar también a mayor velocidad. Aún así, en los tamaños más pequeños se aconsejan cargas con perdigón un número mayor al habitual de plomo, pero a igualdad de tamaño, estos perdigones tienen una energía que está a medio camino entre el acero y el plomo.

Bismuto: una solución saludable

¿Qué armas? ¿Qué cartuchos?

La práctica y las normas CIP sobre cartucho de acero aconsejan:

1- Escopetas finas, o de época:
Empléese perdigón de bismuto o polímero

2- Escopetas pensadas para cartucho convencional:

- Admiten empleo de cartucho de acero «standard»:
- Sólo perdigón acero menor a 3,25mm.
- Velocidad inicial menor a 400 m/s.
- La presión máxima admisible es 740 bar.
- Se puede usar con cualquier «choke»

3- Escopetas pensadas para cartucho de acero:

- Admiten empleo todo tipo cartucho de acero:
- Bocas y recámaras reforzadas
- Requieren choke de cono largo
- Admiten perdigón de hasta 4mm
- Choke más de *** (1/2):
- No concentra plomeo
- Perjudica uniformidad
- Perdigón de más 4mm sólo con chokes menos cerrados que *** (1/2)
- Están probadas a 1200 bar
- Velocidad inicial hasta 430 m/s

El bismuto no es perfecto y destaca entre los metales por una característica física que no resulta conveniente aquí: es el menos maleable, el más quebradizo de todos, y casi resulta terroso. Esto se apreció en los primeros experimentos de tiro, en los que los perdigones se rompían. Para evitarlo, se emplea en aleación con estaño, de forma que aumenta su tensión superficial.

Otros problemas son la disponibilidad y el coste: el primero se debe a que el canadiense que inventó este perdigón vendió los derechos a un par de firmas, y sólo lo ofrecen Eley-Hawk y Bismuth-Winchester. En cuanto al segundo, quizá sea consecuencia del primero, porque en realidad el proceso de fabricación, salvo en los tamaños más grandes, es el mismo que el del perdigón de plomo. Y el coste del metal, aunque no barato, tampoco es excesivamente elevado.

Tungsteno: alta tecnología en dos variantes

Si el bismuto representaba la solución a la búsqueda de otro metal alternativo al plomo y al hierro, los especialistas en materiales buscaron un nuevo camino: crear uno nuevo que cumpliese los requisitos funcionales, estructurales, industriales y económicos necesarios: el resultado fue el llamado «perdigón polímero», o «tungsteno—polímero». Consiste en una suspensión (mezcla) de polvo de wolframio (tungsteno) que se dispersa en una masa fundida de material plástico.

Aún así se siguen rompiendo alrededor de un 5% de los perdigones. En cualquier caso parece ser que los resultados de plomeo son excelentes y muy uniformes. Además, también se puede reducir el problema usando rellenos tampón («buffered loads»).

El tungsteno es un metal muy duro y pesado —un 70% más que el plomo—. En la mezcla con polímero, no resulta tóxico, y ya ha recibido la aprobación de organismos de conservación en América del Norte. Como es lógico, al mezclarlo con plástico la densidad disminuye considerablemente, aunque combinando las partículas de metal en varios tamaños y proporciones se puede conseguir que sea tan denso como el plomo, como es el caso de Federal.

En realidad, es una alternativa al plomo para quien quiera seguir usando armas muy finas o antiguas, y las características de los que se ofrecen actualmente son bastante similares a las del perdigón de bismuto. Como éste, resulta en ocasiones ligeramente frágil, y la forma de los perdigones es menos regular que otros, debido al proceso de fabricación. La esfericidad se obtiene por rodado de la masa de cada perdigón entre dos placas, y la forma final queda con un rebajo diametral que le hace parecer un plomo de pesca.

Los demás problemas del bismuto también le son casi de aplicación, pues es costoso, y la oferta también se reduce a un par de marca: además de Eley-Hawk, que empezó a hacerlo pero suspendió su producción, ahora lo ofrecen la británica Kent, y la estadounidense Federal.

Finalmente, ha aparecido otro tipo de perdigón compuesto con tungsteno que además de no resultar tóxico ofrece verdaderas posibilidades de mejora balística: el Tungsteno-Hierro. Se trata de conservar las cualidades de estabilidad de forma y resistencia para el lanzamiento a altas velocidades del acero, pero con una mayor densidad que mejore la retención de velocidad y potencia de choque del plomo. El resultado es un material que puede ofrecer ventajas en alcance respecto a los existentes hasta ahora.

Este tipo de perdigón se fabrica comprimiendo a altas temperaturas polvo de los dos metales que lo componen. De este modo, y en la composición presente, tiene una densidad que es el 91.5% la del plomo usado en perdigones, lo que significa que su densidad es ligeramente superior a la del bismuto, aunque está por debajo del plomo y el polímero tungsteno.

Las contrapartidas son su dureza y el coste: sólo se puede emplear en armas indicadas para el perdigón de acero, y no en las finas o antiguas. De hecho debe resultar más duro que el ecológico normal de acero, pues el tungsteno lo es en extremo. Y el precio, como el bismuto o el polímero, hará cada disparo de estos cartuchos valga, literalmente, lo que muchos de perdigón convencional. Por último, y como comentario de cierre a todos los tipos de perdigón ecológico que hemos reseñado, vemos que no todo es negativo, y que se van encontrando soluciones. Sólo el precio es, por el momento, un verdadero obstáculo. Así que, en contra de lo que en principio se pensó, no hay que «poner verde» al perdigón verde: su necesidad ha espoleado la investigación en un terreno que estaba dormido desde hace siglos.

Rodolfo G. Villarroel

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