miércoles, 27 de febrero de 2008

Enseñar (a odiar la caza) al que no sabe

De cómo, en algunos libros de texto, el germen anticaza va inoculando a nuestros hijos la aversión hacia una actividad ancestral.

Salvador Calvo Muñoz

¿Cuántos muchachitos/as de Primero y Segundo de Bachillerato habrán leído y comentado esta nauseabunda trola?

Desde el año 2001 circula por los centros escolares un librito, libreto o libracho de textos, de formato grande y setenta y tantas páginas, titulado: Análisis de textos. Material de apoyo, cuyos autores son Mª Pilar Celma, Soledad Rosado y Anselmo Rosales. El libro en cuestión está editado por Aral Editores S.A., que dice tener su sede en Boecillo (Valladolid).

El libro es una antología de textos, exactamente quince, preparados para que un profesor y sus alumnos se ejerciten en los comentarios de tipo gramatical: fónico, morfológico, sintáctico, semántico y estilístico. Muy bien. Se da la curiosa circunstancia de que la mayoría de los textos fueron publicados en el periódico El País, con lo cual tal vez está demás decir por dónde van los tiros. La mano del Sr. Polanco (que en gloria esté) es alargada.


Foto: Leonardo de la Fuente.

Donde nuestro estupor alcanzó cotas elevadas fue en la lectura del texto nº4. Su autora es Rosa Montero, la cual no hace mucho largó un texto igual en su habitual columna de El País, con lo cual más de lo mismo. El título es Galgos y ya pueden ustedes imaginarse lo que sabe esta señora del asunto.

El tercer párrafo dice: «Sólo en Extremadura hay 9000 galgueros, y cada uno tiene entre 15 y 20 animales. Multipliquen por las demás comunidades españolas y calculen el nivel de horror, el silencioso y enloquecedor estallido de dolor que impregna el aire, sobre todo ahora, en enero y febrero, al fin de la temporada de caza, que es cuando las arboledas del país se llenan de galgos ahorcados, bosques fantasmales de tortura».

Toma castaña, amigo Luciano (Luciano es el presidente de la Asociación de galgueros extremeños). Un texto que, fatalmente, muchos profesores ecolatristas, que abundan, fotocopiarán y repartirán a sus alumnos para luego hacer un comentario literario-gramatical en clase. Contamina, que algo queda; emponzoña, que se te da de primera. ¿A cuántos centros habrá llegado, desde el 2001, esta basura? ¿Cuántos muchachitos/as de Primero y Segundo de Bachillerato habrán leído y comentado esta nauseabunda trola? ¿Qué pensarán cuando vean, si ven, esas magníficas carreras de galgos en los reportajes sobre los campeonatos, que emite Jara y Sedal TV de vez en cuando?

Danos paciencia, mudable fortuna.

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